Toda la acción de la película tiene lugar en la Tierra Media, el lugar elegido por Tolkien para albergar su mundo fantástico, plagado de seres extraordinarios, tanto pacíficos y guerreros, como buenos y malvados. La Tierra Media está recorrida de arriba a abajo por el río Anduin cuyo cauce discurre paralelo a las llamadas Montañas Nubladas, donde entre otras cosas se esconden las Minas de Moria. A la izquierda de ese macizo de montañas está Rivendel, el hogar de los elfos, y más allá, al Oeste, la aldea de Bree y Hobbiton, desde donde parte Frodo. Al otro lado de las montañas se emplaza Lorien, bosque de la Dama Galadriel. En el extremo inferior de las Montañas Nubladas se encuentra la fortaleza de Isengard, donde vive Saruman, y más abajo las tierras de Gondor, siempre amenazadas hacia el Este por Mordor, los dominios del señor oscuro Sauron. Allí se eleva desafiante el Monte del destino.
Según cuenta Elijah Wood, no sólo en la pantalla había una comunidad, también la unión de los actores durante el rodaje fue completa: "Nos llamábamos hobbits a nosotros mismos. Estábamos siempre juntos, en el set y en las comidas". Y afirma rotundo: "Siempre estaré junto a ellos. Son como hermanos". Fueron 18 meses seguidos de trabajo en equipo y eso les hizo mella. A tanto llegó la compenetración entre ellos que los actores, incluyendo a Ian McKellen, el mayor y encargado de dar vida a Gandalf, inmortalizaron su unidad tatuándose la piel.
J.R.R.Tolkien nació en Bloemfontein, capital del Estado Libre de Orange (África del Sur), en 1892. Tres años después, su madre se trasladó con él a Birminghan, ciudad de la que era originaria su familia. A los ocho o nueve años, el pequeño John ya se entretenía inventado lenguas. Se graduó en Oxford en el año 1915. Fue profesor universitario, catedrático, filólogo y conferenciante. Era amante del tabaco de pipa, incansable narrador de cuentos, amigo de sus amigos, apasionado de los sonidos y de las lenguas, y católico en la anglicana Inglaterra. Todo este cóctel dio lugar a una de las obras más inmortales de la narrativa épica universal.
En 1997 una encuesta de la BBC con respuesta de más de 25.000 lectores ingleses proclamaba El Señor de los Anillos como "mejor libro del siglo XX". Entre los españoles, la aventura de Frodo y sus amigos ocupa el séptimo puesto entre las preferencias literarias según otra encuesta del diario ABC.
Durante el tiempo que duró el rodaje, la capital de Nueva Zelanda, Wellington, se convirtió en un hervidero de personas alrededor de la película. En total el equipo los formaban unas 300 profesionales, alrededor de los cuales pululaban unos 20.000 extras. Jackson y sus colaboradores elaboraron más de 200.000 personajes digitales, cientos de armaduras y miles de armas. A todo ello había que añadir además una inmensa cantidad de prótesis, como los pies y orejas de las diversas criaturas de la Tierra Media. "Era magia", dice Wood, "estábamos creando vida".